Es la frase
presente en las conversaciones con mis padres últimamente. Me da pena.
Me da pena por el hecho de que ellos hacen un
sacrificio por permitir que siga creciendo como persona.
Me da pena porque cada día que voy a clase vuelvo
a casa con el sentimiento de haber perdido el tiempo. Y el dinero.
Pena,
porque hay -estoy segura de ello- miles de profesores en paro que tienen un
talento y una ilusión por enseñar que se ve reemplazada por otros tantos que
deciden ir a clase a contar su vida y que, aparte, te aprendas el temario
estipulado y lo escupas en el examen.
Pena,
porque esos ineptos profesores (mientras escribo esto me cuesta usar ese
calificativo) tienen la cara de suspenderte u obligarte a pagar una segunda
matrícula. Una segunda matrícula, que, si aun no eres universitario y no lo
sabes, cuesta el doble que la primera y así sucesivamente hasta que expriman tu
cuenta corriente.
Pena,
porque en clases que deberían ser prácticas lo más práctico que hago es
encender mi ordenador y ponerme a leer otras cosas, mientras mi profesor lee
diapositivas.
Pena,
porque esta lectura de diapositivas tenga mayor valor académico que la
práctica.
Siempre he
intentado extraer de todo un aprendizaje, un conocimiento nuevo. Siempre he
querido exprimir todo por simple que fuera, pero hay ocasiones en las que
sientes cómo se ríen en tu cara y no puedes más.
No sé quién
está detrás de esta broma. Agradezco a esas delegaciones de alumnos que velan
porque todo lo que me da pena se suavice en la medida de lo posible.
A todos aquellos que luchan porque todo esto cambie.
Siempre me
dijeron que el autoaprendizaje es una base fuerte y con lo que al final te vas
quedando. Sé que para ser politóloga no me vale solo con asistir a esas clases
sin sentido y ser una crack en lo académico. Sé que estás leyendo este post y
me estarás llamando populista o de lo contrario, te sentirás identificad@. Sé
que estarás diciendo “los profesores no tienen culpa”, “no hay que generalizar”.
Quiero que entiendas, querido lector que esta es mi circunstancia y esta es mi
opinión. No pretendo convencerte, solo desahogarme.
Aun así,
siempre he valorado la figura del docente y la importancia de las clases. En
clase no solo se estudia, sino que se crean unos vínculos que te hacen crecer
como persona. Pero me da pena tener que decir que si
fuera por ellos, por aquellos que dicen “preocuparse por nosotros”, cuando
terminásemos la carrera seguiríamos siendo los mismos seres alienados que
comenzaron y sin ningún tipo de visión crítica. Bueno todo este ejemplo se
cumpliría si todos los que entramos terminásemos la carrera que con la subida
cada año de las tasas, este ejemplo se torna en utópico.
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